miércoles, 6 de febrero de 2013

Islamistas del Cáucaso Norte luchan en Siria

El extremismo religioso y el terrorismo son problemas globales, amenazas que trascienden las fronteras nacionales y minan las estructuras socio-políticas multiétnicas y plurales. En este contexto, no sorprende que se puedan adivinar vínculos entre extremismo y terrorismo en el Cáucaso Norte y en Siria, que sufre desde hace dos años un violento conflicto que se ha cobrado miles de vidas. Las conexiones entre los extremistas de los dos lugares son una fuente de preocupación y existe el riesgo de que el país árabe se convierta en uno de los centros del terrorismo internacional.

Los movimientos de protesta en Siria fueron sin ninguna duda iniciados por la población del país, para dar salida a la frustración acumulada en cuatro décadas de gobierno de la familia Assad. Por tanto, en sus inicios el movimiento tuvo un carácter indudablemente local.

Pero eso cambió cuando tras algunos meses de protesta estos movimientos se volvieron violentos. Ya no se trataba de acciones de protesta populares contra un régimen dictatorial, sino de un punto conflictivo de extremismo religioso y terrorismo internacional. El mundo árabe se ha polarizado, países como Arabia Saudí o Catar apoyaban a los rebeldes y les proporcionaban armas y dinero, mientras que otros como el Líbano, Irak o el persa Irán se oponían a los movimientos violentos que trataban de derrocar el régimen chií.

Grupos afines a Al Qaeda viajaban desde diferentes partes del mundo para unirse a los rebeldes, con el objetivo de emprender una yihad contra Assad y establecer un régimen suní, con el apoyo ideológico del wahabismo.

La presencia caucásica empezó a hacerse patente cuando los movimientos de protesta tomaron aliento a raíz del masivo alistamiento de militantes extranjeros. La segunda mitad de 2012 fue testigo de la unión de un número creciente de terroristas chechenos a los grupos afines a Al Qaeda en Siria.

Según un informe de septiembre de 2012, el comandante checheno Abu Omar estuvo al mando de un grupo de 30 personas en Alepo que luchaban contra las fuerzas de Assad. Otro informe revela que el 23 de diciembre de 2012, 39 chechenos tomaron un avión desde el aeropuerto de Heathrow, en Londres, hacia Estambul, en Turquía, para introducirse en Siria por la frontera turca y unirse a los rebeldes.

Organizaciones radicales chechenas bien conocidas, como la Asociación de la Unidad Chechena y del Cáucaso han abierto sedes en Turquía y han expresado abiertamente su apoyo a la independencia chechena, así como su simpatía por sus 'hermanos' en Siria. La sección financiera de la organización, el Fondo de la Unidad Chechena y Caucásica, ha recaudado 130 millones de dólares al año a través de varias organizaciones fundamentalistas en Oriente Medio, la Península Arábiga, Pakistán, Bosnia y Albani", para impulsar su propaganda radical y llevar a cabo operaciones por todo el mundo, incluyendo el Cáucaso Norte. Aunque Rusia ha solicitado a Turquía que impida las actividades de estas organizaciones, hasta la fecha no se ha realizado ningún avance concreto en esta dirección.

Se puede encontrar otro paralelismo entre la situación de Chechenia entre los años 90 y primeros 2000 y la actual crisis siria. La república caucásica fue un centro del terrorismo internacional, con terroristas afganos y de diferentes países árabes y africanos que se unieron a los grupos locales y llevaron a cabo varios atentados tristemente conocidos, como el secuestro del teatro de Moscú en 2002 y de la escuela de Beslán en 2004.

Si no se pone remedio inmediatamente, Siria podría convertirse en un nuevo centro de terrorismo y extremismo internacional.

El dirigente de Al Qaeda, Aymán al-Zawahiri, que llevó a cabo una misión para radicalizar el Cáucaso Norte, fue arrestado en 1996 en Daguestán.

En la actualidad, Zawahiri tiene un papel muy activo en la dirección de los miembros de Al Qaeda en Siria. Según un informe de la agencia de prensa AFP, hay unos 6.000 militantes extranjeros luchando en Siria bajo la dirección de Al Qaeda. En Siria hay un considerable porcentaje de población chechena, y Al Qaeda y sus socios no tendrían dificultades en poner en marcha mecanismos para ganarse su apoyo, con el objetivo de difundir el extremismo en el país.

Según se ha informado, el pasado agosto en Alepo, escenario de encarnizadas batallas entre las fuerzas de Assad y los rebeldes, una bomba mató al militante checheno Rustám Gelayev.

Gelayev era hijo de un señor de la guerra checheno que había combatido contra las fuerzas rusas y se había unido a una unidad de voluntarios para luchar junto a otros extremistas con el objetivo de derrocar el régimen de Assad. El año pasado, el ataque más importante contra la base de la brigada aérea 602 en Handarat fue supuestamente llevado a cabo por terroristas chechenos.


Es comprensible el interés de Rusia por atenuar la actual espiral de violencia. El aumento del número de terroristas supone una preocupación no solo para Rusia, sino también para cualquier país multiétnico y plural.

El principal problema que se plantea ahora es cómo controlar la radicalización de los movimientos de protesta en Siria. Pero la cuestión no es si surgirá una nueva primavera en este país árabe, sino si el país se convertirá en otro epicentro terrorista como Afganistán.

Puede que el pueblo sirio no esté interesado en que continúe el gobierno de la familia Assad, pero sin duda también rechazaría la transformación de Siria, en un campo de batalla entre sectas, un campo de muerte y destrucción. La participación de militantes extranjeros, incluyendo chechenos, confirma que el conflicto sirio ya no puede ser considerado una guerra civil, sino más bien un centro de actividad del terrorismo y extremismo internacional que necesita atención urgente.

Debidatta Aurobinda Mahapatra es un analista indio; sus áreas de interés incluyen las relaciones India- Rusia, conflictos armados y aspectos estratégicos de la política euroasiática.

Rusia Hoy

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